La flor nacional del Estado Libre, Soberano e Independiente
de Leonlandia del Sur
Nuestra flor nacional es el Diente de León: una flor que
tiene la particularidad de ser alimento para muchos herbívoros e incluso, la
cocina vegetariana y vegana, utilizan también sus hojas en ensaladas por ser
ricas en hierro y vitaminas A y C.
La flor simula al sol y a la melena del león, sus cipselas
forman un bello pompón que cuando sopla el viento se esparcen llevando consigo
la semilla; del mismo modo se puede esparcir un pensamiento colmado de
vibraciones de buena voluntad y luz. Así son los ciudadanos del Estado Libre,
Soberano e Independiente de Leonlandia del Sur, como las cipselas, pues están
dispersos por todas partes del mundo.
El Diente de León es una planta que nunca muere, está en
continuo proceso de regeneración, de renacimiento y multiplicación y ha
aprendido a sobrevivir en los sitios más insólitos e impensados.
Su flor no posee un bello aroma, es más bien agreste,
salvaje, demasiado “verde” para el olfato humano. Justamente por esto nos
atrae, porque no hay perfume más extraordinario que el de la naturaleza viva y
palpitante; y un ramillete de Diente de León transportará a quien acerque su
nariz a la corola a días de campo, a sol radiante, a aire fresco y húmedo de
las islas, al manantial de vida que palpita en la charca y que se esconde y
pierde entre los pastizales altos, territorio de felinos que aman ser libres y
ronronear.
Qué raro. Yo siempre recuerdo el aroma del diente de león como fresco y verde con un toque de amarillo. Los pétalos tienen ese aroma particular aterciopelado. Algo que siempre relaciono con esas florcitas. Sí, lo sé, le puse colores al aroma, pero es como lo recuerdo de mi infancia.
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