miércoles, 3 de febrero de 2016

ANIMALICIDIO*

4º Proclama del Partido
“Animalitos contra la
Obsolescencia Programada”

ANIMALICIDIO*


Estamos atravesando tiempos donde la humanidad ya ha comenzado masivamente a darse cuenta que nos, los animales, no somos comida.

Nosotros los animales no sabemos ni de economía ni de política, sabemos de gente buena y mala y eso es suficiente. Por ejemplo: muchos se espantan por la suba de los precios de nuestra carne y para ellos es malo, para nosotros es bueno porque en tanto menos animales se coman, mayor oportunidad tendremos de seguir vivos. Esto no es una mala intención de nuestra parte ni un apoyo a que la economía se venga a pique: es una cuestión de vida o muerte. Si en India a las vacas se las venera porque las consideran sagradas y en tiempos antiguos occidentales matar una vaca era perder el alimento de la leche, ¿por qué ahora todo lo que camina, menos los propios seres humanos, debe ser comida? ¿A esto los humanos le llaman “evolución”? Nosotros le decimos desprecio por la vida.



Habrá quien dirá que dentro de nuestro reino, el animal no-humano, también existen los carnívoros, mas la diferencia entre un carnívoro y un humano es que el carnívoro no mata cientos de miles, mata uno sólo y ese uno sólo es alimento de él y de los carroñeros. A propósito de carroñeros, cada ser humano no mata al animal que come, es capaz de comer nuestros cuerpos descuartizados y que han estado en los comercios hasta tres o cuatro días expuestos. Los convierten en lo más alejado posible a un cadáver y los dejan que se sequen con sal, que no es más que otra forma de putrefacción, como es el caso de nuestras piernas (que los humanos denominan como “patas”), los destrozan y reducen a masas informes y les dan nueva forma como la hamburguesas, los embutidos, los fiambres y adornan sus canapés, sandwichs y bocaditos con nuestros cuerpos como si el animalicidio (genocidio de animales) fueran algo estético. Luego, hipocresía de por medio, se espantan frente a un documental donde una hiena come un cadáver lleno de moscas; la diferencia sólo son las moscas y en realidad siempre se cuela alguna dentro de los comercios y anda por allí sobre los muertos.

Cuando el escándalo de las golpizas y bastonazos de la policía sobre los trabajadores de Cresta Roja, nos pareció horrible porque esos trabajadores defendían su trabajo y tienen que alimentar a sus hijos. Las gallinas, los pollos y los gallos, pensaron a su vez en sí mismos y en sus hijos, en las torturas que reciben a diario dentro de jaulas minúsculas, sin posibilidad de ver lo que todos ven: el sol. Todavía los humanos no se han dado cuenta que a toda agresión se le responde en algún momento con mayor agresión.

Nosotros sentimos emociones, tenemos nuestros objetivos por más efímeros que parezcan, amamos y necesitamos ser amados.



Cuando vimos en la casa del presidente de los humanos en Argentina, que tenía muchos animales muertos y colgadas sus cabecitas, supimos que ese hombre era muy malo y que sería para los humanos lo que fue en la historia francesa Robespierre: la revolución de la alegría macrista fue durante la campaña electoral, ahora ha comenzado el tiempo del reinado del Terreur. Y el terror será para todos, porque los humanos dirán que no tiene dinero para darnos de comer y nos abandonarán en calles (con suerte) y en las autopistas para que nunca volvamos y encontremos la muerte bajo las ruedas de un camión.

El presidente de los humanos argentinos, macri, ha puesto en los billetes nuestras imágenes, lo cual para nosotros es una burla porque por un lado nos caza, nos expone muertos como si el asesinato fuera bello, nos come porque sabemos que es carroñero y pone precio a nuestro ser a través del nuevo dinero y no es otra cosa más que eso: precio a nuestras cabezas. Los humanos que lo eligieron se darán cuenta tarde de esto porque sus cabezas también tienen precio…



Firman: Partido A.c.O.P. (Animalitos contra la Obsolescencia Programada)

*Sabemos que en lenguaje humano no existe la palabra ANIMALICIDIO, para nosotros sí existe porque lo padecemos a cada hora.