martes, 15 de diciembre de 2015

No hay fracasos, sólo hay resultados




En PNL[1] decimos que “no hay fracasos, sólo resultados”. Los resultados que obtenemos son no esperados porque no son éxitos. Esto es así, porque las acciones son siempre diferentes y nunca dos acciones serán idénticas porque no estarán ocupando el mismo espacio, quizás no sean simultáneas y no lleven el mismo tiempo, excepto en las actividades mecánicas y no en un 100%: las máquinas también fallan en la producción en serie, justamente porque tras las máquinas también hay seres humanos, que son impredecibles en todos los cambios que se dan continuamente y sin descanso en el marco de los sistemas representacionales con lo que cada ser se mueve y expresa.

No hay fracasos, sólo resultados”, no es una fórmula para consolar a quien ha errado, ha sido vencido, ha desaprobado un examen, etc. sino que es una fórmula para observar el resultado obtenido con una mirada ajena al pesimismo que hunde e impide pensar con claridad. Ayuda a pararse y a enfrentar la situación, como observador crítico-no-destructivo de los acontecimientos, a desmenuzar, a leer entrelíneas y descubrir mucho de lo que se pudo haber dejado pasar.

Al analizar una equis circunstancia bajo la mirada de “no hay fracasos, sólo resultados” debo aplicar una serie de preguntas para poder obtener una respuesta más cercana a la verdad, objetividad y sinceridad sin autocrítica destructiva. Preguntemos:

¿Quién?     ¿Quién fracasó? ¿Yo solo? ¿O somos más los                                    responsables?
 ¿Qué?        ¿Qué sucedió, qué circunstancias se dieron, qué                                 objetos o entorno están implicados?
¿Cómo?      ¿Cómo sucedió? ¿Cómo fue la secuencia de                       acontecimientos? ¿Cómo llegué a este resultado?
¿Cuándo?    ¿Puedo detectar el momento del inicio de la fisura o          de quiebre?
¿Dónde?     ¿Dónde comenzó a manifestarse el problema? ¿Fue         siempre en el mismo ámbito? ¿Hubo / hay otros                lugares implicados?  

En las respuestas, si queremos tener un resultado los más 
verdadero, objetivo y sincero, deberemos sí o sí evitar los llamados 
“cuantificadores universales” porque son nuestros primeros 
enemigos a la hora de una evaluación o autoevaluación. Ellos son:

Nada / nadie    ¿Nadie intervino? ¿No pasó nada? ¿Nadie hizo                  nada?
Todo /todos     ¿Todo es un desastre? ¿Todos están en mi                          contra? ¿Todos son malos?
Nunca / siempre ¿Nunca pasó algo así? ¿Siempre es igual / lo                  mismo?

Después de este análisis, estamos en condiciones de pensar que “si 
es posible para el mundo, es posible para mí.” Y no estamos 
diciendo: “es posible para todos”, sólo “es posible para mí”, 
porque quien estuvo haciendo la evaluación en su mente, sobre un
papel, es el afectado directo, y, si el afectado directo es un grupo, 
no estaría mal, que primero, cada uno en soledad, haga su propia 
evaluación, su propio análisis, para luego, observar las 
convergencias y las divergencias.

En síntesis, nunca olvidemos el axioma hermético de “el hombre 
piensa y el deva[2] actúa” para que podamos sentir que “si es 
posible para el mundo, es posible para mí”.

Heidi, Frida y Violeta






[1] Programación Neurolingüística
[2] Entidad incorpórea, energía vital en movimiento.

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